La Masonería Argentina ha cobijado en este Jadrín de la la República un sinnúmero de personajes que han hecho de la historia nacional una verdadera Odisea. Y es que desde el fallido intento de una Revolución antes de la primera década del s. XIX a orillas del Río de la Plata, como también una inexcusable censura «oficial» a héroes como Manuel Belgrano, creador del emblema iluminista del joven país, Buenos Ayres ha mirado más hacia afuera que hacia adentro, quizás perdiéndose el brillo de una Argentina creada por hombres verdaderamente patriotas.
Y más allá de los orgullos de una época, respuesta coherente y precisa al contexto del momento, hoy también Tucumán (otrora una respública conformada por las provincias de Catamarca y Santiago del Estero) brilla sin necesidad del federalismo. Porque más allá de la Nación, está hoy la responsabilidad de los ciudadanos por una conciencia global, por un hacer-lo-correcto en el planeta que las Naciones de todo el mundo comparten.
Aquí es donde la Masonería de Tucumán, desde el pasado 2006 e.·. v.·. (Reforma Constitucional), y con marcada presencia en el ámbito público en 2007 e.·. v.·. (Día de la Independencia), ha prometido trabajar con fuerza y vigor, porque el medioambiente es el contexto que nos trasciende como hombres finitos de conciencias dormidas. Porque la Naturaleza lo reclama y porque en estos valles se ha jurado proteger al indefenso.
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